Oda a la vida

Reflexiones de la conversación mantenida con Francisco Villar

Hace casi 10 años, viví el suicidio de un familiar cercano. Sufrí aquella pérdida durante mucho tiempo… había perdido a una persona que había sido un ejemplo para mí, un ejemplo de cómo tratar a las demás personas, de cómo relacionarnos, un ejemplo exquisito de sensibilidad y respeto que encontraba admirable. Sin duda, aquella pérdida me marcó… Ahora, gracias a la conversación con Francisco Villar, he descubierto que todos podemos ser una mano que ayuda… no somos la solución ni somos responsables 100% de lo que le ocurre y vive la otra persona pero sí tenemos el poder de influir positivamente en el otro para ayudarle, sólo hace falta saber cómo hacerlo.

El Dr. Villar acaba de publicar «Morir antes del suicidio», un libro que habla mucho de la vida y de cómo podemos ayudar a los jóvenes a sentirse más conectados a ella. Durante «El miedo como camino» para poder hacer frente a las conductas suicidas de los menores traspasan los muros de la psicología clínica para llegar a la comunidad, para llegar a donde estamos nosotros. En esta conversación he aprendido la importancia de hacer red entre los adultos, para ayudarnos, acompañarnos y así poder acompañar más y mejor a los jóvenes: “los adultos estamos, cada vez, tengo la sensación de que cuanto más desvinculados nosotros mismos de los propios adultos. Queremos hacer la nuestra. Todos queremos tomar como una especie de iniciativa y de, casi, cómo ser único educador de mi hijo, o sea, un poquito como desatándonos del resto de la gente, de la sociedad que nos ayuda y que nos ayudará en una tarea tan difícil como educar a nuestros hijos”. Me ha encantado esta mirada del Dr. Villar de hacer piña pero, sobre todo, lo más interesante han sido sus aportaciones ya que nos explica más “el cómo” que “el qué” y estoy convencida de que, en educación, es mucho más relevante que “el qué” que «el cómo».

De hecho, si tuviera que resumir la conversación con el Dr. Francisco Villar o describir su esencia, lo haría con éste poema del magnífico Pablo Neruda: 

ODA A LA VIDA

La noche entera
con un hacha
me ha golpeado el dolor,
pero el sueño
pasó lavando como un agua oscura
piedras ensangrentadas.

Hoy de nuevo estoy vivo.

De nuevo
te levanto,
vida,
sobre mis hombros.

Oh vida, copa clara,
de pronto
te llenas
de agua sucia,
de vino muerto,
de agonía, de pérdidas,
de sobrecogedoras telarañas,
y muchos creen
que ese color de infierno
guardarás para siempre.

No es cierto.

Pasa una noche lenta,
pasa un solo minuto
y todo cambia.

Se llena
de transparencia
la copa de la vida.

El trabajo espacioso
nos espera.

De un solo golpe nacen las palomas.
Se establece la luz sobre la tierra.

Vida, los pobres
poetas
te creyeron amarga,
no salieron contigo
de la cama
con el viento del mundo.

Recibieron los golpes
sin buscarte,
se barrenaron
un agujero negro
y fueron sumergiéndose
en el luto
de un pozo solitario.

No es verdad, vida,
eres
bella
como la que yo amo
y entre los senos tienes
olor a menta.

Vida,
eres
una máquina plena,
felicidad, sonido
de tormenta, ternura
de aceite delicado.

Vida,
eres como una viña:
atesoras la luz y la repartes
transformada en racimo.

el que de ti reniega
que espere
un minuto, una noche,
un año corto o largo,
que salga
de su soledad mentirosa,
que indague y luche, junte
sus manos a otras manos,
que no adopte ni halague
a la desdicha,
que la rechace dándole
forma de muro,
como a la piedra los picapedreros,
que corte la desdicha
y se haga con ella
pantalones.

La vida nos espera
a todos
los que amamos
el salvaje
olor a mar y menta
que tiene entre los senos.

– Pablo Neruda